miércoles, 16 de marzo de 2011

Mikelen Txokoa : Prudencia




Nuevo texto de Mikel en clave de amor irónico y siempre con ese redactado que en pocas lineas dice mucho.
Reconozco que Godoy tiene un humor polémico, pero leyendo el artículo de Mikel nos viene a la cabeza una legendaria frase del monologuista : Hay matrimonios que acaban bien y otros que duran para toda la vida….
Y como titula Mikel : Prudencia


Prudencia (por Mikel Urdangarin)

    -Mira, Mikel, para que te hagas una idea, yo me casé con cincuenta y cinco años y creo que me precipité. Quizá te parezca exagerado pero es así y así te lo cuento-reina el  calor en la pequeña y humilde posada de la Pinto  y el olor a hamburguesa y salchicha francfurt marcan nítidamente el  territorio; estoy en el bar de Paquito, lugar de avituallamiento para peregrinos sin destino claro y aborígenes ávidos de carnes varias y liviana conversación. El amable rincón no se presta a reuniones multitudinarias pero afortunadamente, soy el único cliente del lugar. Mientras espero vino en mano, Paquito se explaya al tiempo que da  la vuelta a la hamburguesa. Maneja la espátula con sospechosa habilidad.
-Mira, Mikel, antes de casarme yo era un chico jovial, alegre, vital rayando la efervescencia, un hombre enamorado de la vida. Enamorado incluso de la que antaño  era mi novia y hoy es mi mujer. Era, en ese aspecto, un hombre feliz, equilibrado. Yo en mi casa y tu en la tuya y nos juntamos cuando haga falta. Pero ella insistía, casémonos mi amor, casémonos y vivamos juntos, amémonos bajo el mismo techo, aprendamos el uno del otro, adosémonos, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la... Admito que tal era el grado de enamoramiento que apenas ofrecí resistencia. Rápidamente caí en sus redes, cual amante primerizo sucumbí al bello canto de sirena. Canto que, mira que casualidad, no he vuelto a oír jamás. Un hombre enamorado es un hombre débil, Mikel, no lo dudes y tampoco lo olvides, hazme caso que aún eres joven. Y si no, fíjate en mí, antes reluciente y ahora mustio. Madre del amor hermoso, cuánto extraño mis tiempos de bien elegida soledad…-nunca había visto a Paquito tan afectado. El pobre se agarra a su espátula como si a un salvavidas. Parece que la carne esta cocinada.
    -¿Cómo quieres la hamburguesa, Mikel, sola o con guarnición?
    -Sola, Paquito, sola.    

3 comentarios:

  1. Lo que nos hace cambiar son los problemas, el paso del tiempo, la vida en sí....algo inevitable en cualquier estado civil. Otra cosa es que éstos empiezen después del matrimonio, que puede ocurrir.
    Nos sentimos perdedores si algo no es eterno, y el miedo al fracaso es bestial. Nos cuesta comprender que la vida son etapas, que si una termina otra empezará. Prudencia si,pero una prudencia moderada..

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  2. Lo que ha dicho rubiabilbao (brava, neska!), pero también algunas veces pasa que el mero peso del estado civil en sí parece amargar las relaciones, como si se tratara de una reacción química para con—qué sé yo—el compromiso, conciencia o cariño. Por el otro lado, he conocido a parejas felices “de toda la vida,” casados por iglesia o no, que llevan el compromiso como si nada, hasta como cosa agradable. Es curioso notar el contraste entre la visión Paquito (QUE detallazo esa hamburguesa) y la de las canciones, como Baratze bat por ejemplo (que seguro se ha cantado en más de un solo bodorrio, o no?) o Bazkalosteko kafea, u otras tantas. Edari goxoa siquiera! Pero da para pensar. “La carga idealizadora es brutal,” como decía Olatz en el ensayo anterior....( Jordi: Hay un chiste aún más corto que el tuyo—éste, fundamento fundamental de la poética del gran anciano Carlos Bousoño: “¿Es Usted casado, o feliz?”)

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  3. El peso del estado civil, bajo mi punto de vista, es difícil que influya en el desenlace de una relación. Si este hecho se da, supongo que es debido a un NO pleno convencimiento a la hora de tomar la decisión. No obstante y en ese caso, sea cual sea el estado civil, el final sería el mismo. Muchas veces decidimos más pensando en contentar a otr@s que en hacerlo a nosotr@s mism@s. Actuamos bajo presión; bien familiar, de la sociedad o como Paquito de la propia pareja.
    Al final, y a pesar de los chistes y de que nos cueste reconocerlo, de una forma u otra el ser humano ha nacido para estar en pareja. Aunque a veces una soledad elegida sea preferible a muchas otras opciones....

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