Refrescamos la sección Mikelen Txokoa con un relato más. Una vez más aflora el sentido del humor de Mikel y ese punto divertido.
Aquí tenéis una prueba que el erotismo se debe practicar con cautela y delicadeza, no sea el caso que uno acabe muerto de pasión.
Otra joya más para la colección.
Bombones (por Mikel Urdangarin)
A dónde vas tan deprisa, Ilustre? Al hospital, a visitar a mi Pili.
¿Qué le ha pasado, pues?
Qué le ha pasado no, qué le he hecho…
Ilustre tiene un hilo de voz y el habla entrecortada, cosa inhabitual en él. De hecho, únicamente se le entrecorta el habla cada vez que hace algo malo, y a tenor de los síntomas parece que éste es el caso. Mi hoy cabizbajo amigo lleva una caja de bombones bajo el brazo con una rosa adherida a la tapa. Viste ropa de domingo y desprende un fuerte olor a colonia; no sé muy bien lo que le ha hecho a su amada Pili pero está claro que nada bueno. Ilustre, ante mi poco discreto afán averiguatorio, sucumbe y se decide a contarme lo sucedido con su novia.
-¿Recuerdas que te conté cómo últimamente mi Pili se quejaba injustamente de que nuestra vida sexual era pobre, poco frecuente, anodina e insípida? Pues bueno, la cosa es que, aún no compartiendo su dura visión del asunto, me decidí a agarrar al toro por los cuernos. Así, compré un libro sobre juegos eróticos en el cual salía la idea de aplicar argumentos gastronómicos en las relaciones íntimas, o sea, ya sabes, el cuento ese de la nata, las fresas, el champán… Pues bueno, anoche mismo nos pusimos manos a la obra. Dicen que los prolegómenos son fundamentales para un posterior buen disfrute, por lo que acordamos trincarnos la botella de cava antes de acostarnos. Una vez en la cama empezó el festín. Primero, una capa de miel desde el cuello hasta la cintura, después otra de nata casera y nueces y encima de todo, un kilo de fresas confitadas. Delicioso. Y para acabar, chocolate caliente. Y aquí la liamos. Resulta que el chocolate estaba hirviendo y para cuando me di cuenta ya era demasiado tarde. La pobre tiene ampollas hasta en el ombligo.
-Y, ¿crees, con lo que me cuentas, que los bombones son una buena idea?
Temeroso, así ha marchado Ilustre, rumbo al hospital. Viste ropa de domingo y lleva una rosa entre sus manos.
Jajaja. Ëste muchacho no escogió un buen libro...de ahí el accidente. La próxima vez a jugar con hielo, aunque...jejeje. Muy divertido el relato
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