martes, 25 de enero de 2011

Bonita nota acerca de Mikel y MySpace de KAP


                                            (Bonita Foto de Elena Pérez , eskerrik asko)

Ha llegado a nuestras manos, un texto recuperado algo antiguo que un día desde su agencia escribieron a cerca de Mikel. Corría aquel tiempo en el que Dana se publicaba. Luego, en su web, su buen amigo Kirmen le escribió su particular nota biográfica. En cualquier caso, creo que en su día, se escribieron estas notas que nos gustaría que en algún lugar permanecieran. Y creemos que el blog es un buen lugar. Permiso tomado, y desde aquí nuestro agradecimiento, publicamos lo que alguien de KAP escribió acerca de él. Algo bonito, la verdad.
Por cierto, nos hacemos eco del MySpace de KAP , ya que su web sigue en construcción, y tambien es una fuente firme de información a cerca de giras, conciertos y colaboraciones :  www.myspace.com/kapprodukzioak


"Tiene cara de niño travieso y rasgos de ángel. Si le miras a los ojos, la calma de su mirada ya anuncia que lo mejor está por llegar mientras una suerte de sosegado y apacible discurso traslada tu ser hacia otra dimensión. Es el espacio en el que las dimensiones de sus creaciones literario-musicales calan como la lluvia fina, suavecito, sin prisas, a un ritmo constante y marcadamente empecinado. Mikel Urdangarin (Zornotza Etxano-Amorebieta, 1971) no fue un niño prodigio pero mientras sus compañeros de correrías dedicaban sus más tiernos años a las actividades propias de la edad, este joven cantautor de apellido tan travieso y angelical como su propia faz, hacía sus primeros pinitos escénicos de la mano del arte de la improvisación oral. Convertido en bertsolari (improvisador de rimas a capella sobre, generalmente, una melodía fija), Urdangarin fue tanteando el terreno de los versos primero para, tiempo después, comprobar como su poética literatura llamaba a gritos la compañía de melodías que ayudarán a remarcar el énfasis emocional de sus mensajes. Así de simple. Así de complejo. Así de sencillo. Así de resbaladizo.  Salto al vacío sin más red que la convicción personal de un jovenzuelo convertido en cantautor con un puñado de canciones sencillas, historias personales y pasionales y un talento infinito para la comunicación. Un arduo trabajo de cantera de complicado simplismo que vio la luz en 1997 bajo el título de Haitzetan. Un estreno disquero que certificaba el nacimiento de una nueva estrella en el poblado panorama musical de Euskal Herria. Un nuevo cantautor, deudor de sus predecesores, claro, pero con una enorme vitalidad encauzada en la búsqueda de una senda propia, virgen y sin señas de identidad ajenas. La siempre dificultosa reválida supuso, en Mikel Urdangarin, un pasito más que natural en su trayectoria vital, imposible de separar de la artística. Badiru Hiru Aste presenta a un ARTISTA que ha asumido su innato talento sonoro con la naturalidad del día a día en conexión directa con territorios de cuadros amigos (Escocia) y pretérito (bertsolarismo) siempre presentes. Para entonces, el público -siempre inteligente a pesar de todo y todos- ya devuelve con similares dosis de cariño los emocionados cantos del protagonista, convertido, además, en referencia ineludible para muchos colegas (Iñaki Salvador, Luis Camino, Jonathan Bews, Bingen Mendizábal o Josu Zabala, entre otros muchos) de ocupación.Las tierras escocesas siguen resonando en Espilue (2000), el espejo que nos devuelve esa mirada de voz dulce y reverberación suave y ocurrente de este bertsolari reconvertido en una de las voces más personales y en forma de la canción de autor vasca, en su tercera colección de canciones. «Mi prioridad era disfrutar trabajando y este es un trabajo grabado en armonía», apuntaba entonces el protagonista de un juego repetido en cada uno de sus trabajos: «los textos son compartidos porque siempre me ha gustado el ejercicio de dejar a los amigos ciertas melodías para que aporten sus propias visiones y, así, poder compararlas con las mías». La unión hace la fuerza.
Fórmula utilizada hasta ahora por un tipo cercano más preocupado por repartir méritos que por sobresalir remarcando la primera del singular y más que evidente en su siguiente capítulo vital: el multidisciplinar Bar Puerto (2001). Se trata de una acertada relectura de un texto del autor Kirmen Uribe en el que se dan la mano la literatura, la música y el vídeo, que transformado en disco-libro batió récords de ventas en la tradicional Feria del Disco y Libro Vasco de Durango. Una marca que ya poseía el ya referido Espejo de Urdangarin desde el año anterior y que haría temblar hasta la mente más amueblada pero la madera de quien nos ocupa es diferente. ¿No lo habían notado aún?
La respuesta al abrumador éxito resulta un trabajo introspectivo «dedicado a la gente que verdaderamente me importa; a esa gente cercana, amigos y familiares, personas en las que puedo tener cierta influencia y que también me influye a mi». Se titula Heldu Artean (2002) y la docena de nuevas canciones –«yo prefiero llamarlas pasajes», apunta- rezuman optimismo por todos los recovecos del pentagrama mientras dibujan un regreso a la frescura de sus primeras producciones pero con  la inocencia del entonces principiante transformada ahora en una elaboración intencionada. «Tengo 30 años ya y me voy haciendo o deshaciendo como persona. El alma que subyace es que, a pesar de que el mundo en que vivimos es un auténtico fiasco, la vida sigue siendo hermosa y merece la pena ser vivida disfrutando, en definitiva, de lo bueno y lo malo».
Las fronteras se caen y el equipo vuelve a ocupar la actualidad de Urdangarin en forma de disco-libro: Zaharregia, txikiegia agian-Una manera de mirar-Too old, too small, maybe (2003), firmado en compañía del poeta Kirmen Uribe, el ilustrador Mikel Valverde y los músicos Bingen Mendizábal y Rafa Rueda. Una armoniosa joya tridimensional (pintura, poesía y música) pergeñada tras una aventura americana cuya esencia habla de que «el euskera, en Euskal Herria, es demasiado viejo, demasiado pequeño, quizás, para los tiempos que corren pero, al fin y al cabo, los vascos aportamos una manera concreta de mirar el mundo, una manera de vivir y de sentir».
Y en estas, alcanzamos la recta final del 2005 y Urdangarin regresa para mostrar su guitarra por delante y por detrás («nada por aquí, nada por allá») hasta alcanzar el todo. Dana es el título de su nueva colección de CANCIONES porque esa es la prioridad absoluta, desde la primera hasta la última, de un cantautor que ha sabido rodearse de un equipo de acólitos experimentados en la defensa del buen hacer. «En mi recorrido musical he aprendido que hay que mirar a favor de la canción y, en este momento, tengo la suerte de trabajar con músicos que piensan como yo». Sonidos equilibrados y multicoloreados al servicio de unos textos tan intimistamente comunes que se adhieren a la piel como tatuajes indelebles al inevitable paso del tiempo. Con un impresionante pretérito, Urdangarin sigue oteando el porvenir con la ilusión del debutante y la experiencia de un perro viejo."

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